martes, 12 de marzo de 2019

V. "El matadero" (1871 post mortem) de Esteban Echeverría

EstebanEcheverria.jpg
Ernest Charton
Retrato del escritor argentino Esteban Echeverría
(1874)


a) Describe a través de una cita instancias del Romanticismo muy precisas en el texto:


          1. Amor a la patria

-A la casilla con él, a la casilla. Preparen la mashorca y las tijeras. ¡Mueran los salvajes unitarios!
¡Viva el Restaurador de las leyes!

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 40). Morelia: UNAM.

-Porque lo llevo en el corazón por la Patria, por la Patria que vosotros habéis asesinado, ¡infames!

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 41). Morelia: UNAM.


          2. Fascinación por lo grotesco

La perspectiva del matadero a la distancia era grotesca, llena de animación. Cuarenta y nueve reses estaban tendidas sobre sus cueros y cerca de doscientas personas hollaban aquel suelo de lodo regado con la sangre de sus arterias. En torno de cada res resaltaba un grupo de figuras humanas de tez y raza distintas. La figura mas prominente de cada grupo era el carnicero con el cuchillo en mano, brazo y pecho desnudos, cabello largo y revuelto, camisa y chiripá y rostro embadurnado de sangre. A sus espaldas se rebullían caracoleando y siguiendo los movimientos una comparsa de muchachos, de negras y mulatas achuradoras, cuya fealdad trasuntaba las harpías de la fábula, y entremezclados con ella algunos enormes mastines, olfateaban, gruñían o se daban de tarascones por la presa. Cuarenta y tantas carretas toldadas con negruzco y pelado cuero se escalonaban irregularmente a lo largo de la playa y algunos jinetes con el poncho calado y el lazo prendido al tiento, cruzaban por entre ellas al tranco o reclinados sobre el pescuezo de los caballos echaban ojo indolente sobre uno de aquellos animados grupos, al paso que mas arriba, en el aire, un enjambre de gaviotas blanquiazules que habían vuelto de la emigración al olor de carne, revoloteaban cubriendo con su disonante graznido todos los ruidos y voces del matadero y proyectando una sombra clara sobre aquel campo de horrible carnicería. Esto se notaba al principio de la matanza.

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 36). Morelia: UNAM.


          3. Descripciones de lo sublime

Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas hasta el pie de las barrancas del alto. El Plata creciendo embravecido empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por sobre campos, terraplenes, arboledas, caseríos, y extenderse como un lago inmenso por todas las bajas tierras. La ciudad circunvalada del Norte al Este por una cintura de agua y barro, y al Sud por un piélago blanquecino en cuya superficie flotaban a la ventura algunos barquichuelos y negreaban las chimeneas y las copas de los árboles, echaba desde sus torres y barrancas atónitas miradas al horizonte como implorando misericordia al Altísimo. Parecía el amago de un nuevo diluvio.

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 33). Morelia: UNAM.


          4. Papel de la naturaleza

Sucedió, pues, en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron; los pantanos se pusieron a nado y las calles de entrada y salida a la ciudad rebosaban en acuoso barro. 

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 33). Morelia: UNAM.

Estos corrales son en tiempo de invierno un verdadero lodazal en el cual los animales apeñuscados
se hunden hasta el encuentro y quedan como pegados y casi sin movimiento.

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 36). Morelia: UNAM.




b) Sin embargo, "El matadero" también anuncia ya la llegada del Realismo a Latinoamérica. Haz lo mismo a través de citas que demuestren:



          1. Descripción detallada, cuidadosa, casi quirúrgica y desapegada del narrador

El matadero de la Convalescencia o del Alto, sito en las quintas al Sud de la ciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al extremo de dos calles, una de las cuales allí se termina y la otra se prolonga hacia el Este. Esta playa con declive al Sud, está cortada por un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales, en cuyos bordes laterales se muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce, recoge en tiempo de lluvia, toda la sangrasa seca o reciente del matadero. En la junción del ángulo recto hacia el Oeste está lo que llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de media agua con corredor al frente que da a la calle y palenque para atar caballos, a cuya espalda se notan varios corrales de palo a pique de ñandubay con sus fornidas puertas para encerrar el ganado.

Echeverría, E. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 35). Morelia: UNAM.


          2. Interés por las clases menos privilegiadas y su papel social

En efecto, el decimosexto día de la carestía víspera del día de Dolores, entró a nado por el paso de Burgos al matadero del Alto una tropa de cincuenta novillos gordos; cosa poca por cierto para una población acostumbrada a consumir diariamente de 250 a 300, y cuya tercera parte al menos gozaría del
fuero eclesiástico de alimentarse con carne. ¡Cosa estraña que haya estómagos privilegiados y estómagos sujetos a leyes inviolables y que la iglesia tenga la llave de los estómagos!

Echeverría, E.. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (p. 35). Morelia: UNAM.


          3. Intentos de imitar el lenguaje tal y como se usa en la vida cotidiana

-Hi de p… en el toro.

-Al diablo los torunos del Azul.

-Mal haya el tropero que nos da gato por liebre.

-Si es novillo.

-¿No está viendo que es toro viejo?

-Como toro le ha de quedar. ¡Muéstreme los c…, si le parece, c…o!

-Ahí los tiene entre las piernas. No los ve, amigo, más grandes que la cabeza de su castaño; ¿o se ha
quedado ciego en el camino?

-Su madre sería la ciega, pues que tal hijo ha parido. ¿No ve que todo ese bulto es barro?

-Es emperrado y arisco como un unitario. -Y al oír esta mágica palabra todos a una voz exclamaron:
¡mueran los salvajes unitarios!

-Para el tuerto los h…

-Sí, para el tuerto, que es hombre de c… para pelear con los unitarios.

-El matahambre a Matasiete, degollador de unitarios. ¡Viva Matasiete!

-¡A Matasiete el matahambre!

-Allá va, gritó una voz ronca interrumpiendo aquellos desahogos de la cobardía feroz. ¡Allá va el toro!

-¡Alerta! Guarda los de la puerta. Allá va furioso como un demonio!

Echeverría, E.. (1871). El matadero. En Antología de literatura latinoamericana del siglo XIX (pp. 37-38). Morelia: UNAM.

1 comentario: